Primera parte
Por Marcelo Ernesto Tovar Zanella
Hablar de 60 años de trayectoria en el arte del
huapango se dice fácil, son pocos los privilegiados que han logrado trascender
en el difícil mundo de la música tradicional que hoy como nunca antes se debate
a duelo con las nuevas notas musicales de las generaciones actuales.
Para Don Román Araujo “El pariente mayor”,
llegar a sus 87 años de vida es un privilegio pues con su talento ha tocado
muchas vidas y corazones con la alegría de la música del huapango.
El inicio entre oficios,
sueños y silbidos
Don Román haciendo gala de su buena memoria
recuerda su vida de niño en un México posrevolucionario en donde las
oportunidades eran muy pocas y solo para unos cuantos, donde los sueños eran el
único escape a la realidad. Recuerda que “desde
muy chamaco me gusto el ambiente musical, a mi me gustaba cantar pero sobre
todo silbar; esa era mi música”.
Poco a poco la música crecía en su interior y
sin temor al ridículo era invitado a cantar en aquellos bailes que organizaban
en las comunas, “la verdad no me daba
pena, me invitaban a cantar y yo iba; hasta que me compraron una armónica y
junto a Juan Mendieta que tocaba una lata hacíamos bailar a todos los chamacos”.
La precaria situación económica de la época no
daba para estudiar y cualquier trabajo era bien aceptado, Don Román Araujo no
sabia leer ni escribir sin embargo era joven y fuerte, “trabaje de leñero, carbonero, carrillero, cargador; había que entrarle
a todo. Una ocasión la hice de albañil hasta llegué a trabajar como ayudante de
mi compadre el Negro Marcelino”. Recuerda haber pasado por las grandes
empresas del ayer, “trabaje en Fibracel
en la carga de madera y en el ingenio me toco chapolear lo que ahora es la
colonia Ignacio García Téllez”. Así fue como entre un oficio y otro,
cantando aquí y allá Román Araujo fue avanzando poco a poco hasta su próximo
encuentro con la música.
Empeza el sueño, el
primer violín
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Con instrumento en mano se integró a Marcelino
Tovar “El Negro”, Manuel Escobar y Gabino Reyes con quienes comenzó a estudiar
música en una casa por el rumbo de la
Obrera , “no podíamos ni
afinar un instrumento, pero le echamos ganas y así poco apoco éramos lo que
amenizábamos los convivíos, los eventos y todo gracias a que Manuel Escobar
conocía de música, el fue el que nos enseño”.
De ahí en adelante el acenso fue paulatino, “mi compadre el Negro agarro otro rumbo, yo
me quede aquí en la ciudad… me pegué con Santiago Mendieta echando guitarra y
comenzamos en las rancherías tocando en fiestas”. No obstante a veces
guardo el violín y la guitarra para regresar a sus oficios, “a veces tenia que hacer chambitas y pues ni
modo había que dejar el violín por que ahí me ganaba mas rápido el billete”.
El ascenso a la fama
Sus dotes en el violín lo catapultaron de
inmediato y fue así como formo sus primeros duetos y tríos, “empecé tocando en duetos, tríos, en donde
conocí a José Reyes, Nicolás Martínez; impulse el Trío Los Parientes, Los
caporales en donde toque con Pepe Navarro y Chencho Martines; también trabaje
con el hijo de el Negro, Marcelino Tovar Herrera, con el estuve varios años en
su Trío Los Huastecos; de el recuerdo que grabamos varias poleas y me las hizo
disco”.
Todas las cosas que ha de tener Don Roman por contar!! :) Excelente articulo, espero la segunda parte...
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