Por Marcelo Ernesto Tovar Zanella
Los niños y niñas de la Escuela Primaria “Daniel Delgadillo de la colonia Estación, llegaron puntualmente a la escuela como lo hace todos los días, y mientras ellos recibían sus acostumbradas clases; a las afueras del plantel aguardaban los padres de familia, un tanto nerviosos.
Unos miraban a ambos lados de la acera como esperando a alguien, otros comentaban entre ellos sobre lo que estaba por acontecer y unos cuantos lucían más relajados que el resto, sentados esperando que el día siguiera su curso.
El director del plantel, Héctor Luís Álvarez Padilla atendía a los medios y les anticipaba lo que iba a ocurrir y mientras le daban los últimos toques al sistema de sonido, de pronto justo en la esquina, una camioneta artillada con 9 elementos del Ejército Mexicano, se acercaba a toda prisa.
Entre tanto las miradas de los padres de familia se tensaron, algunos guardaron una postura de firmeza mientras que el director a través de los altavoces pedía a todos los profesores hacer acto de presencia, pues el primer simulacro contra “situaciones de riesgo” o balaceras pues, a las cosas es mejor llamarlas por su nombre; había comenzado.
De inmediato los padres de familia entraron al plantel y se ubicaron en primera fila, mientras los niños y niñas de la primaria eran ubicados en la plaza de actos cívicos. Cinco fueron los elementos que con arma en mano ingresaron al plantel, estaba ahí para dar inicio a un simulacro, en el cual pretendían enseñarles a los infantes que hacer si se presentara un enfrentamiento a las afueras de su plantel.
El comandante del pelotón se ubico al centro de la plaza, desde ahí con micrófono en mano y sin temor a llamar las cosas por sus nombres, les hablo a todos de las amenazas que existen allá afuera y mientras el daba indicaciones y recomendaciones; sus subordinados ejemplificaban lo que debían de hacer en caso de estar en medio de una balacera.
Guardar la calma, agacharse o bien tirarse al piso, cubrirse en una superficie como paredes de piedra o de concreto, ubicar la ruta de evacuación, alejarse con precaución del lugar de los hechos, escuchar atentamente la dirección en la que se escuchan las detonaciones y moverse en sentido contrario; eran parte de las recomendaciones que hacían y representaban los elementos del Ejercito. Denunciar personas, vehículos o actividades sospechosas eran también parte de las sugerencias que las fuerzas castrenses daban a los pequeñines como parte de una nueva cultura que pretenden impulsar, la de la seguridad de uno mismo.
Los niños y niñas miraron atentamente, sus mentes como esponjas absorbían todo lo que veían, hacían caso a las instrucciones que se les daban; les estaban enseñando a cómo reaccionar a algo a lo que todo indica, ya están acostumbrados.
Quizá un enfrentamiento no es algo a lo que deban acostumbrarse los infantes, sin embargo debido a la realidad que se vive, es una situación a la que deben saber cómo afrontar. Sin embargo algo muy curioso sucedió, pues mientras muchos otros jóvenes desafían la autoridad producto en muchos casos de su rebeldía, aquí en la Escuela Primaria “Daniel Delgadillo”, los niños y niñas miraban atentamente todos los movimientos que realizaban los elementos del 45 Batallón.
Los seguían a cada paso, les pedían una firma como si se tratara de estrellas de rock. En ese justo momento ellos eran sus héroes, como si de pronto sus figuras de acción cobraran vida, como si sus ídolos de fantasía mas queridos estuvieran ahí de carne y hueso.
Porque mientras lo vecinos del plantel miraban atemorizados la presencia militar, estos niños y niñas los ovacionaban. Los idolatraban y de una manera muy inocente los estaban homenajeando como haciéndoles un justo reconocimiento por la labor que realizan.
Nos es común ver estas escenas; un militar, una figura de autoridad rodeándose de pequeñines que querían estrechar su mano, que querían un autógrafo, que se sentían seguro y protegidos por estar con él.
Los directivos y padres de familia deberán estar muy contentos, pues han puesto su granito de arena para comenzar a construir ciudadanos con cultura cívica de respeto a una institución como lo es el Ejército; pero sobretodo porque con esto han comenzado a impulsar una cultura de la PREVENCION, el único antídoto que le queda al ciudadano para desde su trinchera hacerle frente a este mal que ha dominado las calles, la violencia.
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