Por Marcelo Ernesto Tovar Zanella
Pocos son los privilegiados que
llegan a vivir 100 años, en los que han sido testigos fieles del cambio de la
historia y el entorno, pero también son pocas las personas que como don Franco
Izaguirre Nájera cumplen un siglo de vida plena y satisfactoria.
Nacido un 17 de Diciembre de
1910, don Franco llegó a un México totalmente distinto al que hoy conocemos, su
infancia se desarrollo en medio de un levantamiento armado que también tuvo
algunos episodios en la Huasteca Potosina
pues relata “…cuando tenia 4 años de edad
en 1914 en Valles había combates y conflictos, y aunque había escuelas los
maestros tenían miedo de salir y por eso nadie iba…yo por eso no aprendí a leer”.
Aunque su cuerpo parece frágil y
sus movimientos los realiza con menor destreza que cuando joven, su entereza y
lucidez no permiten delatar que tras esos ojos azules se esconde toda una vida,
todo un centenario de experiencias y vivencias.
Su memoria es muy fresca pues
recuerda muchos detalles de su vida, por lo que al ponerse reflexivo se le
viene a la mente un triste 16 de septiembre cuando la ciudad amaneció inundada
por una tromba de agua que tapo la estación de los ferrocarriles y llego hasta
la presidencia municipal.
Incluso recuerda haber
presenciado un eclipse solar en 1933, “…
esa tarde el sol se oscureció después de la 1 pm y se vieron las estrellas y la
luna… fue algo maravilloso, los animales se pusieron inquietos, los gallos
cantaron, los perros ladraban, las palomas se arremolinaban en los árboles”.
En su mente resuenan los nombres de los presidentes
municipales que llego a conocer cuando joven como Ángel Ocejo Velarde, David González
y Francisco Purata Herrera.
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Durante mas de 47 se ha dedicado al comercio lograrndo sacar sus hijos adelante |
Trabajo durante 17 años como
mecánico de Automóviles de Valles SA de CV, en donde recuerda muy bien cuando
el gerente lo mando llamar a el y a sus compañeros con mayor antigüedad para
informarles que los dueños Enrique Menchaca y Miguel Alguerna habían enviado un
escrito, “… los dueños querían que nos
fuéramos y dieron instrucciones al gerente para que buscara la manera de
hacernos renunciar pues por nuestra antigüedad podíamos ocasionales algún
asunto sindical en contra de la compañía…”, relata que en ese momento los
sindicatos y conciliación y arbitraje estaban en formación, cosa que nada
gustaba a los entonces dueños.
Sin haber estudiado una profesión,
decidió incursionar en el comercio por lo que durante 14 años mantuvo su
tiendita en las calles de 16 de Septiembre y Juan Sarabia para después en 1967
trasladar abarrotes “Mi Changarro” a
su ubicación actual en la esquina de Ponciano Arriaga y 16 de Septiembre en
donde ha permanecido los últimos 43 años.
Y gracias a que supo trabajar en
el oficio logro sacar a su familia adelante, “aprendí a sumar, restar, dividir y multiplicar en una escuela
particular…tuve 5 hijos, uno falleció de muy joven pero al resto les di todo
para que hoy sean hombre y mujeres de bien, uno es doctor, otro es químico y
dos son maestras”.
Su esposa Rosa María Barra Flores
se adelanto en el camino hace apenas 4 meses y aunque aun extraña su presencia
se siente agradecido con la vida y con dios por todo lo que le otorgo a su
lado.
A sus 100 años de vida, no padece
ninguna enfermedad crónica, no tiene diabetes o hipertensión, jamás ha fumado y
aunque con una risa picara reconoce haber probado la cerveza con mucho orgullo
reconoce no tener ningún vicio a pesar de que muchas veces estuvo tentado, “conocía gente que se inyectaba substancias,
que fumaban y tomaban y siempre me invitaban pero yo siempre les dije que no…
yo andaba entre el lodo pero jamás me embarre”.
Su buena salud se la atribuye a
la alimentación que en aquel entonces era más natural y libre de químicos, “la gente comía legumbres, palmito,
verdolagas, chochas y quelites, la carne era fresca y comían todo lo que
criaban en sus patios como pollos y puercos… por eso se mantenía la gente”.
Reconoce que el mundo esta muy
cambiado, “antes no había tanto mal como
ahora, las calles eran muy tranquilas y las personas también, los jóvenes eran
mas respetuosos con sus padres, en verdad los querían…había unidad en la
familia”, pero no pierde la fe pues cree firmemente en que las cosas pueden
mejorar.
Su mensaje para las nuevas generaciones es que se alejen de
los vicios y que se acerquen mas a su familia pues ahí encontraran refugio y
solución a sus problemas.
Don Franco espera celebrar en compañía de sus hijos sus 100
años de vida y con una gran sonrisa dice “verdad
que estoy muy bien de mente… si yo no estoy tan viejo solo he acumulado algunos
años y si dios me lo permite acumular unos cuantos mas”.
Finalmente quiso terminar diciendo, “hay que vivir esta vida lo mejor que nos sea posible por que solo
estamos de pasada, así que a vivirla”.